Delicadas pero fuertes, más fuertes que nada. Vemos cada tormenta como un ligero viento y a cada obstáculo como un pequeño brinco más hacia la felicidad. ¿Qué sería la mujer sin el sufrimiento? ¿Sin aquellas pasiones que nos roban el aliento? No seríamos nada, seríamos solo huesos.
Aquellas amantes de la vida, que enfrentan humillaciones, presiones sociales y tristezas incomprendidas. Ustedes están hechas para la felicidad, para la risa, podemos soportar grandes dolores y salir vencedoras de esta locura hormonal llamada vida.
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